Pretendía montar una mega orgía con sopetecientas fans en un hotel de Taiwán. Y debió pensar: “Vale, tengo 20 años, pero esto se me va un poco de las manos. Si quiero dar la talla necesito ayuda externa”. Y se puso al lío: “Un vendedor me convenció en un mercadillo nocturno de que comprara las píldoras azules”, ha declarado Tom Kaulitz, guitarrista de Tokio Hotel, al diario alemán Bild. No hizo falta que le convenciera mucho: Kaulitz se tomó una en ese mismo instante, y “de vuelta al hotel me tomé otras dos. Seguramente fueron demasiadas”, reconoce. “Al día siguiente tenía la cabeza como un bombo y la visión borrosa”, relata Kaulitz, que asegura que se resintió durante dos días de los efectos de las píldoras. Resaca y priapismo, todo junto. Su propio hermano, el inclasificable Bill, le recrimina en la misma entrevista que no necesita“esas porquerías”. Eso es un hermano como Dios manda.
No sé qué es peor, si hacer el capullo de esa forma o tener la poca vista de contarlo luego a un diario con todo lujo de detalles. Eso sí, aquí el que no corre vuela, y ya estamos los medios de todo el planeta recogiendo la noticia cagando leches, al tiempo que sus miles de fans y detractores comentan la chorro noticia sin parar. Así que igual los capullos somos nosotros. Y vosotros. Todos.
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